Autor: Emilio Delgado
Retirado de: https://m.facebook.com/notes/emilio-delgado/levantar-la-vista-caminar/1553675741608808
Es difícil sentarse a escribir con la sensación de peso que nos achicó a todos la noche de ayer.
El aprendizaje tiene un precio y nadie es capaz de avanzar sin pagarlo, aunque lo terrible de verdad sería pagar el precio sin obtener a cambio siquiera aprendizaje alguno.
Por eso es imprescindible levantarse rápido, integrar lo sucedido como una experiencia más de nuestro camino y encarar el análisis de lo ocurrido con normalidad. Nada hay menos fecundo que la parálisis que instalan algunos golpes . Sólo trae más golpes.
Debemos ser cuidadosos en el análisis y tratar con delicadeza a esta herramienta que construyeron millones de personas y que ha conseguido en muy poco tiempo cosas verdaderamente increíbles. Al mismo tiempo, necesitamos tener con honestidad, rigor y valentía un debate que permita responder a la siguiente pregunta: ¿Por qué Podemos se ha encontrado con un retroceso por primera vez en todos los procesos electorales realizados hasta la fecha?. Es de una importancia política de primer orden poder discutir de esto sin que ninguna apelación abstracta a los buenos sentimientos cancele esta discusión. Es obligado hacerlo como digo, con el máximo respeto.
Como primera consideración personal, me parece evidente que las tesis que advertían que en política 5 + 1 no tienen por qué ser 6, han resultado correctas. No sólo no se suman los votos de Podemos e IU en las pasadas elecciones de Diciembre sino que tenemos 1.248.000 votos menos. Además, en este momento tanto la financiación como el número de Diputados no van directamente a Podemos sino que se comparten con IU.
De esto, no cabe responsabilizar a IU. Ni es moralmente aceptable ni es políticamente honesto. Esta formación se ha limitado a ser ella misma, con su discurso, sus eslóganes y banderas. Somos nosotros quienes hemos abierto las puertas a una confluencia en la que Podemos se ha visto más influido por IU que a la inversa. Aclaro algo en lo que insistí en el pasado: No se trata de elegir entre confluencia si o confluencia no, sino cómo, dónde y para qué.
Lo que acordamos de cara al 26J fue una coalición meramente instrumental, entendiendo que éramos organizaciones distintas que en una situación de emergencia social concurrían juntas a unas elecciones de forma puntual. Sin embargo, no sólo en esta campaña sino en los meses que van de Diciembre a Junio hemos ido perdiendo transversalidad, capacidad de hablar al país diverso y variado que vivimos. Hemos dado bandazos que unas veces alejaban a un electorado procedente del PSOE al que no le pusimos fácil acercarse, para poco después hacer justo lo contrario. La incorporación de mensajes, perfiles, y apelaciones a una izquierda no compartida por muchas personas que sí se sentían incluidas en una propuesta política derivada del 15M que cambiaba los paradigmas políticos apostando por reordenar el juego entre los de arriba y los de abajo, entre la mayoría y las élites y que apelaba más a construir pueblo que a reconstruir la izquierda.
La expresión plástica de esto la pudimos ver la noche electoral en el Reina Sofía: Más banderas, pero menos gente. Menos Vetusta Morla, más cánticos revolucionarios de los 70. Una involución en nuestra invitación política a las mayorías del país que ha resultado ser un freno para el cambio. En un momento en el que el adversario lo apuesta todo al miedo, creo que estos elementos han jugado un papel importante a la hora de confirmar reticencias de muchas personas indecisas.
Aquí, están de más las lecturas moralistas que culpabilizan a la gente por no saber votar o interpretar políticamente a su país. Quienes se equivocan, siempre, son quienes ponen sobre la mesa propuestas políticas que se desentienden de la materia humana y las características de la población sobre la que trabajan.
En segundo lugar, hay quien ha salido con la misma y abstracta declaración de siempre, la que sostienen pase lo que pase e independientemente de las circunstancias, que lo que falta es “calle”, “lucha” y “movilización”. Supongo que entienden que los resultados del resto de partidos se han conseguido con estos ingredientes. En cualquier caso, habría que entrar a fondo en este asunto pues no creo que sea una buena idea oponer “movilización” a “discurso”. Si por movilización se entiende la construcción de pueblo; la fundación de periódicos, asociaciones deportivas, sedes, instrumentos de intervención social, entonces nada que objetar. Hay que avanzar en ese camino.
Si por el contrario, la propuesta nos invita a repetir los manidos escenarios de manifestaciones con muchas pegatinas, gritos y pancartas en las que encuentren refugio los náufragos de las identidades políticas del siglo XX, francamente creo que se equivocan y su solución forma parte del problema. Aun aceptando que quienes defienden esta tesis estén pensando en la primera opción y no en la segunda, que es mucho aceptar, la explicación se me antoja escasa, pues en condiciones similares concurrimos el 20-D en solitario y tuvimos mejores resultados.
Por último, Podemos inicia su camino como una maquinaria maravillosa llena de inteligencias diversas y canales variados por los que expresarla. Con una gran capacidad de escucha. Una actualización imprescindible de las viejas maquinarias de los partidos oxidados.
Sin embargo, creo que estamos perdiendo capacidad de aprovechar esas fuerzas creadoras, se instalan dinámicas en las que el buen trabajo no encuentra cauce porque las posiciones ya han sido ocupadas por la lealtad muchas veces acrítica y estéril.
Así, he visto alejarse a muchas personas sin cuya valía no soy capaz de imaginar el rumbo de este proyecto, desplazadas y desconocidas para la gran mayoría de la gente, mientras se estrechaba el campo de trabajo y los espacios de expresión de sus capacidades. Impedir el desperdicio de talento es una ambición de cara a nuestro país, necesitamos de vuelta toda la inteligencia colectiva que se vio obligada a marcharse, pero es fundamental que también esto suceda en el interior de nuestra organización.
Necesitamos tener este debate de forma organizada, con la libertad y la responsabilidad para hacer colectivamente lo que hacemos cada uno de nosotros en privado: Aprender cuando nos equivocamos de camino y tener la sensatez de corregir el rumbo con naturalidad.
Hay un país que ganar y no vamos a regalarlo. Tenemos la militancia más maravillosa que pueda desearse y algunas de las cabezas mejor amuebladas de la historia reciente del país. No podemos repetir errores pasados que hipotequen el sueño de cambiarlo todo, la tarea hermosa de dejar a quienes vengan un país mejor. A levantar la vista, a caminar. Emilio Delgado Orgaz. 27/06/2016